martes, 14 de diciembre de 2010

Los medios de comunicación, sus intereses: Noam Chomsky


Ya sea que se llamen "liberales" o "Conservadores", los principales medios de comunicación son grandes corporaciones. Como otras corporaciones, ellas venden productos al mercado. El mercado son los patrocinadores - es decir, otras empresas-. El producto son los auditorios. Para la élite de los medios de comunicación que marcan la agenda básica a la cual se adaptan los otros, el producto es, además, auditorios realmente privilegiados.

Así tenemos corporaciones importantes vendiendo auditorios bastante ricos y privilegiados a otras empresas. Por supuesto, la imagen del mundo presentada refleja los estrechos y parciales intereses y valores de los vendedores, los compradores y el producto.

Otros factores refuerzan la misma distorsión. Los gerentes culturales (editores, columnistas principales, etc.) comparten intereses de clase y asociaciones con dirigentes empresariales y del estado y otros sectores privilegiados. Hay, en realidad, un flujo regular de gente de alto nivel entre corporaciones, gobierno y medios de comunicación. El acceso a las autoridades estatales es importante para mantener una posición competitiva; las "filtraciones de noticias", por ejemplo, son a menudo hechuras y trampas producidas por las autoridades con la cooperación de los medios de comunicación, que fingen no saber nada.


A cambio, las autoridades estatales exigen cooperación y sumisión. Otros centro de poder también tienen dispositivos para castigar desviaciones de la ortodoxia, abarcando desde la bolsa de valores hasta un apartado efectivo de calumnia y difamación.
El resultado no es, claro, completamente uniforme. Para servir los intereses de los poderosos, los medios de comunicación tienen que representar un cuadro tolerablemente realista del mundo. Y la integridad y honestidad profesionales a veces interfieren. con la misión preponderante. Los mejores periodistas son, típicamente, muy conscientes de los factores que conforman el producto de los medios de comunicación y tratan de aprovechar tales aperturas según parecen. El resultado es que uno puede aprender mucho con la lectura crítica y escéptica de lo que producen los medios de comunicación.

Los medios de comunicación son sólo una parte de un amplio sistema doctrinario; las otras partes son los periódicos de opinión. Las escuelas y universidades, la erudición académica, etc. Somos mucho mejores conocedores de los medios de comunicación.

El sistema doctrinario que produce lo que llamamos "propaganda" cuando se discute con enemigos, tiene dos blancos distintos. Uno se llama a veces la "clase política", alrededor del 20% de la población que es relativamente instruida, más o menos articulada, que desempeña algún papel en la toma de decisiones. Su aceptación de la doctrina es decisiva, porque está en posición de planear y poner en práctica una política.
Luego está el otro 80% o algo así de la población. Ésos son los "espectadores de la acción" de Lippman, a los cuales se refirió como "el rebañode los perplejos". A ellos les compete seguir órdenes y quitarse de enfrente de la gente importante. Ellos son el blanco de los verdaderos medios de comunicación de masas: los tabloides, las comedias familiares, el Super Tazón, etcétera.

Estos sectores del sistema doctrinario sirven para distraer al populacho y reforzar los valores populares básicos: pasividad, sumisión a la autoridad, la virtud dominante de la avaricia y la ganancia personal, ña falta de interés por los otros, el miedo a enemigos reales o imaginarios, etc. El fin es mantener al rebaño perplejo. No es necesario que se molesten con lo que pasa en el mundo. En realidad, es indeseable -si ven demasiada realidad, podrían proponerse cambiarla.

No se está diciendo que los medios no pueden ser influidos por la población. Las instituciones predominantes -políticas, económicas o doctrinarias- no son inmunes a la presión pública. Los medios de comunicación independientes (alternativos) pueden también desempeñar un papel importante. Aunque flatos de recursos, casi por definición, ellos ganan importancia de la misma manera que lo hacen las organizaciones populares: juntando a la gente de recursos limitados que multiplican su efectividad, y su propio entendimiento, a través de la interacción -exactamente la amenaza democrática que tanto temen las élites dominantes-.

Qué se Puede hacer


En cualquier país, hay un grupo que tiene el poder verdadero. No es un secreto dónde está el poder en Estados Unidos. Está básicamente en manos de la gente que determina las decisiones de inversión -lo que se produce, lo que se distribuye-. Ellos forman el personal del gobienro, en general, eligen a los planificadores, y establecen las condiciones generales del sistema doctrinario.

Una de las cosas que quieren es una población pasiva, tranquila. Entonces, una de las cosas que se puede hacer para incomodarlos es no ser pasivo ni tranquilo. Hay muchísimas maneras de hacer eso. Hasta simplemente hacer preguntas puede tener importantes efectos.

Manifestaciones, escribir cartas y votar pueden ser significativos -depende de la situación-. Pero lo principal es que tiene que ser una acción sostenida y organizada.
Se puede ir a una manifestación y después regresar a casa, eso es algo; pero la gente en el poder puede vivir con eso. Con lo que no pueden vivir es con presión continua en contante desarrollo, con gente que sigue aprendiendo lecciones de ocasiones pasadas y mejorando las próximas.

Cualquier sistema de poder, hasta una dictadura fascista, responde la disidencia pública. Seguramente es verdad en un país como éste, donde -afortunadamente- el estado no tiene mucha fuerza para coaccionar a la gente. Durante la guerra de Vietnam, la resistencia directa a la guerra era grande, y fue un costo que el gobierno tuvo que pagar.

Si las elecciones son algo en lo cual alguna porción de la población va y oprime un botón cada par de años, eso tiene importancia. Pero si los ciudadanos se organizan para presionar por una posición, y para ello presionan a sus representantes, las elecciones pueden ser importantes.

Los miembros de la Cámara de Representantes pueden ser influidos mucho más fácilmente que los senadores, y los senadores un poco más fácilmente que el presidente, que casi siempre es inmune. Cuando se llega a ese nivel, la política se decide casi totalmente por la gente rica y poderosa que posee y dirige al país.

Pero la gente se puede organizar en una escala que llega a influir en los representantes. Se les puede traer a casa para que los vecinos les armen una gritería, o se puede ir a sentar en sus oficinas -lo que funcione en determinadas circunstancias-. Esto puede marcar una diferencia -muchas veces una importante diferencia-.

Fuente: Lo que realmente quiere el tío Sam, de Noam Chomsky, páginas 108 - 111 y 114 - 116

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