domingo, 19 de diciembre de 2010

Congruencia por sobre todas las cosas...


El Congreso discute y resolverá en estos días el Presupuesto de Egresos del Gobierno del Estado para Sonora correspondiente al ejercicio 2011.

No hace mucho, la diputada presidenta del Congreso sonorense, Flor Ayala Robles-Linares, hablaba del significado que tiene esta responsabilidad para los diputados de oposición en esta etapa de vida legislativa.

Decía, entre otras cosas, que lo que pretenden, además de facilitar herramientas para el proceso de fiscalización de los recursos públicos, es buscar la forma de que se reduzca la discrecionalidad en la aplicación de los mismos y sean efectivamente cumplidas las disposiciones del Decreto que año con año se autorizan.

Un grillo lector de Garganta Profunda aprovecha el foro y lanza el dardo con un tema que, dice, merece salir a la luz.

Y habla del ‘esposo incómodo inhabilitado’, de la diputada Flor.

Se trata de Edgar Chávez Hernández, el ex subsecretario de Administración que junto con el ex secretario de Salud Óscar López Vucovich, fue ya inhabilitado por presuntamente haber  ‘tomado’ recursos de manera inapropiada en la administración estatal pasada. El reclamo son nada más 20 milloncitos de pesos.

Después de este escándalo dado a conocer por el líder sindical y trabajador actual del Hospital General, Carlos Manuel González, quien oficialmente interpuso la denuncia ante las autoridades, se ha destapado pues que el esposo de la hoy diputada, es quien en ese tiempo entró a operar todos los recursos del hospital: gastos, pagos, compras, etcétera, etcétera, etcétera, a partir de la campaña del afamado Alfonso ‘vaquero’ Elías.

La denuncia fue interpuesta por dos puntos: haber autorizado licencias injustificadas con goce de sueldo, que dicen los números no son de a 10 ni de a 20 y ni 50, sino muchas más; y haber ´tomado´ recursos de una partida inapropiada para fines no conocidos, o al menos no expuestos contablemente.

Lo que sí está pasado es confundir la magnesia con amnesia y enredar las cosas con el tema del dengue, pero confirmado está que la denuncia fue interpuesta ante la Contraloría Estatal y el mismo Gobernador Guillermo Padrés, quien en su oportunidad dijo que este tipo de actos no serán solapados por su gobierno. Y ahí está también pendiente el desvío de más de mil 400 millones que él mismo denunció públicamente cuando llegó a la silla.

Habrá que esperar la reacción de la diputada Flor Ayala, que paradójicamente está por ley obligada a exigir y vigilar la correcta aplicación de los recursos y denunciar lo contrario, aunque se trate de su marido. ¿será?

Es la guerra de los puritanismos, demagogia de por medio

martes, 14 de diciembre de 2010

Los medios de comunicación, sus intereses: Noam Chomsky


Ya sea que se llamen "liberales" o "Conservadores", los principales medios de comunicación son grandes corporaciones. Como otras corporaciones, ellas venden productos al mercado. El mercado son los patrocinadores - es decir, otras empresas-. El producto son los auditorios. Para la élite de los medios de comunicación que marcan la agenda básica a la cual se adaptan los otros, el producto es, además, auditorios realmente privilegiados.

Así tenemos corporaciones importantes vendiendo auditorios bastante ricos y privilegiados a otras empresas. Por supuesto, la imagen del mundo presentada refleja los estrechos y parciales intereses y valores de los vendedores, los compradores y el producto.

Otros factores refuerzan la misma distorsión. Los gerentes culturales (editores, columnistas principales, etc.) comparten intereses de clase y asociaciones con dirigentes empresariales y del estado y otros sectores privilegiados. Hay, en realidad, un flujo regular de gente de alto nivel entre corporaciones, gobierno y medios de comunicación. El acceso a las autoridades estatales es importante para mantener una posición competitiva; las "filtraciones de noticias", por ejemplo, son a menudo hechuras y trampas producidas por las autoridades con la cooperación de los medios de comunicación, que fingen no saber nada.


A cambio, las autoridades estatales exigen cooperación y sumisión. Otros centro de poder también tienen dispositivos para castigar desviaciones de la ortodoxia, abarcando desde la bolsa de valores hasta un apartado efectivo de calumnia y difamación.
El resultado no es, claro, completamente uniforme. Para servir los intereses de los poderosos, los medios de comunicación tienen que representar un cuadro tolerablemente realista del mundo. Y la integridad y honestidad profesionales a veces interfieren. con la misión preponderante. Los mejores periodistas son, típicamente, muy conscientes de los factores que conforman el producto de los medios de comunicación y tratan de aprovechar tales aperturas según parecen. El resultado es que uno puede aprender mucho con la lectura crítica y escéptica de lo que producen los medios de comunicación.

Los medios de comunicación son sólo una parte de un amplio sistema doctrinario; las otras partes son los periódicos de opinión. Las escuelas y universidades, la erudición académica, etc. Somos mucho mejores conocedores de los medios de comunicación.

El sistema doctrinario que produce lo que llamamos "propaganda" cuando se discute con enemigos, tiene dos blancos distintos. Uno se llama a veces la "clase política", alrededor del 20% de la población que es relativamente instruida, más o menos articulada, que desempeña algún papel en la toma de decisiones. Su aceptación de la doctrina es decisiva, porque está en posición de planear y poner en práctica una política.
Luego está el otro 80% o algo así de la población. Ésos son los "espectadores de la acción" de Lippman, a los cuales se refirió como "el rebañode los perplejos". A ellos les compete seguir órdenes y quitarse de enfrente de la gente importante. Ellos son el blanco de los verdaderos medios de comunicación de masas: los tabloides, las comedias familiares, el Super Tazón, etcétera.

Estos sectores del sistema doctrinario sirven para distraer al populacho y reforzar los valores populares básicos: pasividad, sumisión a la autoridad, la virtud dominante de la avaricia y la ganancia personal, ña falta de interés por los otros, el miedo a enemigos reales o imaginarios, etc. El fin es mantener al rebaño perplejo. No es necesario que se molesten con lo que pasa en el mundo. En realidad, es indeseable -si ven demasiada realidad, podrían proponerse cambiarla.

No se está diciendo que los medios no pueden ser influidos por la población. Las instituciones predominantes -políticas, económicas o doctrinarias- no son inmunes a la presión pública. Los medios de comunicación independientes (alternativos) pueden también desempeñar un papel importante. Aunque flatos de recursos, casi por definición, ellos ganan importancia de la misma manera que lo hacen las organizaciones populares: juntando a la gente de recursos limitados que multiplican su efectividad, y su propio entendimiento, a través de la interacción -exactamente la amenaza democrática que tanto temen las élites dominantes-.

Qué se Puede hacer


En cualquier país, hay un grupo que tiene el poder verdadero. No es un secreto dónde está el poder en Estados Unidos. Está básicamente en manos de la gente que determina las decisiones de inversión -lo que se produce, lo que se distribuye-. Ellos forman el personal del gobienro, en general, eligen a los planificadores, y establecen las condiciones generales del sistema doctrinario.

Una de las cosas que quieren es una población pasiva, tranquila. Entonces, una de las cosas que se puede hacer para incomodarlos es no ser pasivo ni tranquilo. Hay muchísimas maneras de hacer eso. Hasta simplemente hacer preguntas puede tener importantes efectos.

Manifestaciones, escribir cartas y votar pueden ser significativos -depende de la situación-. Pero lo principal es que tiene que ser una acción sostenida y organizada.
Se puede ir a una manifestación y después regresar a casa, eso es algo; pero la gente en el poder puede vivir con eso. Con lo que no pueden vivir es con presión continua en contante desarrollo, con gente que sigue aprendiendo lecciones de ocasiones pasadas y mejorando las próximas.

Cualquier sistema de poder, hasta una dictadura fascista, responde la disidencia pública. Seguramente es verdad en un país como éste, donde -afortunadamente- el estado no tiene mucha fuerza para coaccionar a la gente. Durante la guerra de Vietnam, la resistencia directa a la guerra era grande, y fue un costo que el gobierno tuvo que pagar.

Si las elecciones son algo en lo cual alguna porción de la población va y oprime un botón cada par de años, eso tiene importancia. Pero si los ciudadanos se organizan para presionar por una posición, y para ello presionan a sus representantes, las elecciones pueden ser importantes.

Los miembros de la Cámara de Representantes pueden ser influidos mucho más fácilmente que los senadores, y los senadores un poco más fácilmente que el presidente, que casi siempre es inmune. Cuando se llega a ese nivel, la política se decide casi totalmente por la gente rica y poderosa que posee y dirige al país.

Pero la gente se puede organizar en una escala que llega a influir en los representantes. Se les puede traer a casa para que los vecinos les armen una gritería, o se puede ir a sentar en sus oficinas -lo que funcione en determinadas circunstancias-. Esto puede marcar una diferencia -muchas veces una importante diferencia-.

Fuente: Lo que realmente quiere el tío Sam, de Noam Chomsky, páginas 108 - 111 y 114 - 116

lunes, 6 de diciembre de 2010

Umberto Eco habla de WikiLeaks

Hackers vengadores y espías en diligencia
POR Umberto Eco
 Para el célebre novelista e intelectual, el asunto WikiLeaks, o Cablegate, subraya la hipocresía que domina las relaciones entre los Estados, los ciudadanos y la prensa, y anuncia un retorno a los métodos arcaicos de comunicación


El caso WikiLeaks tiene un doble valor. Por un lado, no es más que un escándalo aparente, un escándalo que sólo parece tal por la hipocresía que gobierna las relaciones entre los Estados, los ciudadanos y la prensa. Por otro lado, anuncia cambios profundos a nivel internacional y prefigura un futuro dominado por la regresión.
Pero vayamos por orden. El primer aspecto de WikiLeaks es la confirmación del hecho de que cada dossier abierto por un servicio secreto (de cualquier país) está compuesto exclusivamente de recortes de prensa. Las “extraordinarias” revelaciones estadounidenses sobre los hábitos sexuales de Berlusconi no hacen más que informar de lo que desde hace meses se puede leer en cualquier periódico (salvo aquellos cuyo propietario es Berlusconi), y el perfil siniestramente caricaturesco de Gadafi era desde hace tiempo un tema corriente entre los artistas de cabaret.
La regla según la cual los dossiers secretos no deben contener más que noticias ya conocidas es esencial para la dinámica de los servicios secretos, y no únicamente los de este siglo. Si va usted a una librería consagrada a publicaciones esotéricas, verá que cada obra repite (sobre el grial, el misterio de Rennes-le-Château, los templarios o los rosacruces) exactamente lo mismo que dicen las obras anteriores. No se trata únicamente de que el autor de textos ocultos sea reacio a embarcarse en nuevas investigaciones (o que no sepa dónde buscar información sobre lo inexistente), sino de que quienes se consagran al ocultismo sólo creen aquello que ya saben, aquello que les confirma lo que ya les habían dicho.

Mucho ruido y pocas nueces

Es el mismo mecanismo que explica el éxito de Dan Brown. Y lo mismo pasa con los dossiers secretos. El informador es perezoso, y también es perezoso (o estrecho de miras) el jefe de los servicios secretos (si no lo fuera, podría ser, pongamos, redactor de Libération) que sólo da por cierto lo que reconoce como tal. Las informaciones top secret sobre Berlusconi que la embajada estadounidense enviaba de Roma al Departamento de Estado eran las mismas que Newsweek había publicado la semana anterior.
Pero entonces, ¿por qué han hecho tanto ruido las revelaciones sobre estos dossiers? Por un lado, sólo dicen lo que cualquier persona cultivada ya sabe, esto es, que las embajadas, por lo menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial y desde que los jefes de Estado pueden llamarse por teléfono o tomar un avión para almorzar juntos, han perdido su función diplomática y que a excepción de algunas funciones representativas menores se han convertido en centros de espionaje. Cualquier aficionado a las películas policiales lo sabe perfectamente, y sólo por hipocresía se hace ver que no se sabe.
Sin embargo, el hecho de repetirlo públicamente viola el deber de la hipocresía y pone en mal lugar a la diplomacia estadounidense. En segundo lugar, la idea de que un hacker cualquiera pueda captar los secretos más secretos del país más poderoso del mundo supone un golpe nada menor para el prestigio del Departamento de Estado. En este sentido, el escándalo no pone tanto en crisis a las víctimas como a los “verdugos”.

El Gran Hermano es parte del pasado

Pero pasemos a la naturaleza profunda de lo que ha ocurrido. Antes, en tiempos de Orwell, cualquier poder podía ser visto como un Gran Hermano que controlaba cada gesto de sus súbditos. La profecía orwelliana se vio totalmente confirmada desde el momento en que el ciudadano pasó a ser la víctima total del ojo del poder, que ahora podía controlar gracias al teléfono cada uno de sus movimientos, cada una de sus transacciones, los hoteles que visitaba, la autopista que había tomado y así sucesivamente.
Pero ahora que se ha demostrado que ni siquiera las criptas de los secretos del poder pueden escapar al control de un hacker, la relación de control deja de ser unidireccional y se convierte en circular. El poder controla a cada ciudadano, pero cada ciudadano, o al menos el hacker —elegido como vengador del ciudadano— puede conocer todos los secretos del poder.
¿Cómo puede sostenerse un poder que ya no es capaz de conservar sus propios secretos? Es verdad que Georg Simmel ya decía que un auténtico secreto es un secreto vacío (el secreto vacío nunca podrá ser desvelado); es verdad, también, que todo saber sobre la personalidad de Berlusconi o de Merkel es efectivamente un secreto vacío de todo secreto, pues es de dominio público; pero revelar, como ha hecho WikiLeaks, que los secretos de Hillary Clinton eran secretos vacíos es robarle todo su poder.

Volver al espionaje a la antigua

WikiLeaks no ha perjudicado en absoluto a Sarkozy o a Merkel, y sí en cambio a Clinton y a Obama. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta herida infligida a una potencia tan importante? Es evidente que en el futuro, los Estados no podrán poner online ninguna información reservada, pues eso sería como publicarla en un cartel pegado en la calle. Pero también es evidente que con las tecnologías actuales es vano esperar que se puedan mantener conversaciones confidenciales por teléfono. Nada más fácil que descubrir si y cuándo un jefe de Estado se ha desplazado en avión y ha contactado con alguno de sus colegas.
¿Cómo podrán mantenerse contactos privados y reservados en el futuro? Sé bien que por el momento mi previsión no parece más que ciencia-ficción y resulta por lo tanto novelesca, pero no me queda otra opción que imaginar a los agentes del gobierno desplazándose en diligencia por itinerarios incontrolables, llevando únicamente mensajes aprendidos de memoria o, a lo sumo, escondiendo en el talón del zapato las raras informaciones escritas. Las informaciones se guardarán en copia única en cajones cerrados con llave: en el fondo, la tentativa de espionaje de Watergate tuvo menos éxito que WikiLeaks.

¿Quién informa a quién?

Ya había tenido ocasión de escribir antes que la tecnología avanza como un cangrejo, es decir, hacia atrás. Un siglo después de que el telégrafo sin hilos revolucionara las comunicaciones, Internet ha restablecido un telégrafo con hilos (telefónicos). Los vídeos (analógicos) habían permitido a los estudiosos del cine investigar una película paso a paso, haciendo avanzar y retroceder la película y descubriendo todos los secretos del montaje, mientras que ahora los CDs (digitales) sólo permiten saltar de capítulo en capítulo, es decir, por grandes secciones.
Con los trenes de alta velocidad se puede ir de Roma a Milán en tres horas, mientras que en avión, incluidos los desplazamientos que requiere, son tres horas y media. No tiene pues nada de sorprendente que la política y las técnicas de comunicación vuelvan a los carruajes.
Una última observación. Antes, la prensa se esforzaba por descubrir lo que se tramaba en el secreto de las embajadas. Hoy, son las embajadas las que piden informaciones confidenciales a la prensa.

Libération. París, diciembre 2, 2010.
Tomado de: presseurop.eu. Diciembre 5, 2010.