martes, 8 de abril de 2014

María Félix reniega de ser sonorense


Ciudad de México, 8 de abril (AN).-100 años del nacimiento de María Félix y 12 de su muerte (8 de abril 1914-8 de abril 2002), recuperamos esta entrevista con la actriz, imagen del cine mexicano de la Época de Oro, en la  que habla de sí misma, de la construcción de su imagen-leyenda; de sus hombres; de la cultura, el poder, y de la ciudad de México que quería.
La entrevista fue publicada en el viejo diario unomásuno por la periodista Alegría Martínez, editora de la sección de Cultura de ese diario, en ese entonces.
Aquí la conversación:
“No soy un mito, soy una realidad”: María Félix
Por Alegría Martínez
Periódico unomásuno
Cultura, 16 de noviembre de 1993
Yo no soy un mito, soy una realidad. Mi éxito es la gente, el pueblo mexicano que es bueno, dulce, maravilloso, pero a los periodistas les digo ¡merde!
Aburrida de “tantas entrevistas estúpidas” que le han hecho, María Félix dice que los periodistas sólo tienen insultos para ella, y algunos “comen caliente” gracias a su nombre.
La actriz, que regresó a su país a hacerle justicia al genio de Agustín Lara, y a quien aún le falta quitar “esa horrible cosa amarilla” que han puesto en la Avenida Juárez (se refería alCaballito del escultor Sebastián), nació bajo el sol y está en la cumbre porque nunca le ha faltado dinero, hombres ni belleza.
“Yo nunca soñé estar en la cumbre. Parece falta de modestia, pero yo no tengo ese sentimiento, no lo conozco porque siempre me fue bien. No he sufrido para tener dinero, hombres ni belleza, ¡eso es cumbre! Para lo único que he sufrido es para aprender, porque yo no sabía nada. Por eso hablan tanto.
“Soy una improvisada. Nada sabía de cine, sólo me eché encima un carácter y un estilo. La gente lucha para hacerse un lugar bajo el sol. Yo nací bajo el sol. Toda mi vida he tenidobuena salud y he contestado, me he defendido de los insultos.  He tenido éxito desde que nací. Nunca pensé en cumbres, éxitos ni nada, todo lo he tenido a manos llenas porque así me ha llegado, pero he tenido dos cosas: disciplina y ganas de aprender todo lo que puedo; desde rasgar un poquito la guitarra, y así, cuando llego a estar solita hasta me canto una canción, pero siempre he vivido con gente inteligente, no entiendo a los pendejos, esos son ultraterrestres.”
¿Qué ha dejado María en el camino al no poder retornar a la vida tranquila y anónima?
–Estoy acostumbrada ya. Para mí la calle no existe, para nada. Existe mi casa de Cuernavaca y mi coche donde doy muchas vueltas, aunque aquí me quitaron mis palmeras centenarias de Mississippi que se murieron; imagínese cuánto van a tardar en salir otras. El regente de esta ciudad tenía amor por los “arbolitos” y entonces se quitaron todos los árboles. París me gusta porque salgo a pie, allá camino, aquí no, porque soy como parte de esta ciudad. No me parece malo, pero es cortarle a un ser humano la libertad y la posibilidad de ver la vida de otra manera. La vida tranquila y común yo no la conozco porque estoy programada para el escándalo. Donde estoy yo, está la discusión, las cosas controvertidas, lo otro no lo conozco.
–¿Por qué lo que usted dice siempre causa revuelo?
–Porque la gente es hipócrita y yo no. La gente tiene recovecos, quiere quedar bien, son lamebotas. Yo no lamo botas, ni quiero quedar bien.
¿Qué hay en la María de hoy de la muchacha que dejó Álamos, Sonora, y posteriormente llegó al cine?
–La gente anda diciendo que nací en Quiriego, que es un pueblito de Sonora, en el valle del Yaqui, pero no es cierto, yo no nací ahí, ahí nació mi papá. Yo nunca viví en Álamos, la gente dice que soy de Sonora, pero pude haber nacido en Vladivostok.
¿De dónde es María, entonces?
–Yo me siento del mundo, de todas partes. Claro, tuve una casa sonorense, pero quiero mucho a mi ciudad de México. Este es un país de gran belleza y su gente es muy buena.
¿Qué es para usted lo más importante?
–La vida, pero no puedo describir qué es la vida. No hablo del corazón, porque eso es una víscera y yo no amo con el corazón sino con el plexus. Cuando se tienen responsabilidades en el trabajo, todo se hace con el plexus.
¿Qué implica para usted ser La Diva del cine mexicano y cuándo o cómo cree que esto se empezó a construir? 
–No conozco la palabra diva, nunca la he comprendido. Yo, ¿diva?, pues… diva le decían a María Callas. Yo soy fregona, una diva fregona, posiblemente. ¿Qué cuándo empezó esto? No sé. Yo he vivido en tantas ciudades y he visto tanta gente, que no sé, por eso es difícil seguirme a mí.
¿Existe una personalidad dual que conforme a María Félix y a La Doña en una?
–Yo no sé qué es ser Doña. Hice películas en las que me llamé así, y seguramente a la gente se le hizo fácil ponerme así, doña Bárbara o doña Diabla. El concepto que la gente tiene de Doña, lo vieron en mí y seguramente les cuadró bien.
¿Y a usted, le cuadra?
–A mí me da igual. Yo me llamo María de los Ángeles y las cartas me llegan con “Doña”.  Después del homenaje a Lara, me llegaron tantas cartas, que tendría que darle al cartero un sobresueldo. La gente se sorprendió, porque no es fácil poner estatuas en la ciudad de México y la gente comprendió que era justo. A ver dígame qué hizo esta señora Dolores para tener una escultura, hay una escultura de esta señora Dolores en Chapultepec. Yo hablé mucho con ella y ella me dijo que detestaba a los niños porque nunca los tuvo, sin embargo siempre estaba rodeada de ellos por la imagen que le daban, pero ella no hizo nada, en cambio, con todo lo que hizo Agustín Lara , él no tenía ninguna.
¿Qué tanto han influido las características de sus personajes cinematográficos en la construcción de un perfil femenino fuerte que reta al sexo masculino desde la belleza física?
–¡Cómo cree que…! Mis personajes nunca tuvieron nada qué ver con mi físico. ¿Usted cree que me parezco a una cucaracha? ¡Lo que se parece un elefante a una gallina, me parezco yo a una india! ¡Son mis entretelas! No tengo físico de india ni de arrastrada ni de puta. Para tener una carrera como la mía, yo aprendí a trabajar, a disciplinarme. Sin disciplina no se puede hacer nada y los actores que no la tienen, son desechables. Me costó trabajo aprender, porque es una disciplina llegar temprano, aprenderse los diálogos, adentrarse en un personaje, en una puta, una cocinera o una virgen.
¿Cómo es María Félix o cómo ha sido en las diversas ocasiones frente al amor por un hombre?
–Toda mi vida me han adorado, idolatrado. Desde chica, en la escuela. Yo nunca he sufrido por amor, pero cuando se vive con un hombre hay que tener disciplina y respeto. Los casados no le tienen miedo a las palabras. A los periodistas les digo merde porque me han insultado tanto a mí que no es posible más, pero a la gente que vive conmigo la respeto igual que a mis empleados, claro que no me arrastro ni beso el piso, pero hay diálogo, acercamiento. Yo no soy ejemplo para nada, para ser como yo se necesita mucho.
¿Es fundamental que un hombre sea artista para que le resulte atractivo? Me refiero a que Lara, Negrete, Tzapoff lo eran…
–Un pintor tan bueno como Tzapoff, con un talento, un físico, una juventud, una cultura, una inteligencia… Tengo que estarle muy reconocida a la vida por haberme dado todo eso. Lara, ya sabemos todos quién era, y Jorge Negrete… él no tuvo… Me gustaba ese amor desmesurado que me tenía.
¿Por qué le gustan las serpientes y los lagartos convertidos en joyas, qué le representan?
–Me gustan los animales. Una mariposa me parece una joya viviente, no soy una mujer cursi, pero puedo decir esto. Una serpiente es una joya que camina.
Dígame, ¿por qué se fotografiaba continuamente cigarro en mano?
–¿No serían ganas de fumar?
Espero que no le parezca estúpida la pregunta.
–Pues… casi casi estúpida, como no bebo…
Sucede que difícilmente una mujer se toma fotos de estudio con el cigarro o el puro en la mano.
–Yo fumo. A lo mejor, si bebiera, hubiera salido con un vaso de whisky. El que fume puro, es por amor, porque para poder aguantar el puro de mi marido, tuve que aprender a fumarlo yo. Necesitas hacerte un paladar para poder soportar ese tabaco negro y a mi marido le gustaba mucho. Murió de cáncer en el pulmón.
Octavio Paz escribió en el prólogo del libro fotográfico publicado el año pasado, que las estrellas son criaturas de aire y sueño. ¿Cómo puede alguien que se ha convertido en esa clase de estrella sobrevivir a la realidad?
–Yo les hago soñar muchas cosas que no son. El espectáculo es sueño, una actriz tiene que ser sueño. Cuando me dijo (Enrique) Krauze que no podía hacer mi biografía porque me tenía que investigar, yo le dije: Investigar a Pancho Villa, sí. A Porfirio Díaz, sí, porque ahí tienes que decir palabras precisas y datos , pero investigar a una actriz no se puede, porque una actriz es un sueño.
¿Qué opina de los homenajes, como el que recibió el año pasado por parte de la UNAM, Cineteca Nacional y RTC, y qué homenaje le falta a María?  
–Nunca he pensado en que me van a hacer homenajes. Es agradable el reconocimiento, pero nunca he pensado en eso. ¿Qué quiere decir un premio? ¿Qué soy la más fregona de todas? ¡Pues sí! Yo que tanto quiero a mi ciudad, creo que me echaron la viga cuando me lo dieron… No tengo tiempo para leer las cartas que me llegan, pero un homenaje… no. No me falta ninguno.
¿A qué se debe que después de 20 años de no hacer cine, su popularidad como actriz siga en ascenso?
–Yo creo que a la televisión y a que mis películas son muy bonitas, yo nunca las veo, pero son muy bonitas. No se parecen a otras y yo trataba de cuidar muchas cosas: los diálogos, me metía con los escenaristas, con los decoradores, , prestaba cosas de mi casa para que todo saliera bonito. El otro día me llevé a Antoine (Tzapoff) a Janitzio y nada más puse el pie ahí, una niña chiquita , como de cuatro años , me dijo: “¡Maclovia!”
Emilio, el Indio Fernández, llegó a decir que los mexicanos no sabían cómo eran, hasta que se vieron retratados en sus películas, ¿qué piensa usted de eso?
–Emilio decía muchas pendejadas.
¿Por qué no se realizaron los proyectos de Zona sagrada, Toña machetes y El extraño resplandor?
–Para El resplandor no hubo dinero; en México estamos muy pobres para esas cosas. Zona sagrada no se hizo porque me estaba chocando mucho Carlos Fuentes, se me figura una vedette, es un hombre con corazón de mujer, es un mujerujo, ya lo he dicho muchas veces.  Yo tengo corazón de hombre, pero digo hombre, no peleles ni homosexuales, esos nunca se podrán comparar a una mujer, por más que las mujeres quieran, y como no soy ejemplo de nada, puedo decir lo que yo quiera, porque sé que no van a estar de acuerdo conmigo.
–¿Por qué dice que tiene corazón de hombre?
–Porque todos los atributos buenos de un hombre, los tengo yo: valor, tanates, que no se ven porque están por dentro, pero yo creo que los tengo. Yo no conozco el miedo, así que se me figura a mí que tengo corazón de hombre.  Yo no soy la mujercita, ¡no, para nada!,, y claro, eso a la gente, sobre todo a las mujeres, no les gusta.
¿Qué puede decir del tan mencionado auge cinematográfico nacional de hoy y cuáles diferencias encuentra usted entre ésta y la época en la que participó usted?
–¡Usted me pregunta como si yo me la pasara sentada! Nunca he visto películas mexicanas. Ni antes ni después, y como copete ni siquiera las mías. Nunca he tenido amigos actores. He trabajado y sí tuve amistad con Gabriel (Figueroa) y un poco con Dolores (Del Río), ella era hipócrita, pero era interesante, porque era inteligente.
¿Qué cosas en la política cultural actual cree que debieran modificarse?
–La cultura está en un momento muy malo, aquí, quitando a Octavio Paz, a Krauze y a (Andrés) Henestrosa, yo no conozco muchos hombres escritores de gran cultura en México. En todo el mundo la cultura está mal ahora. La pintura, por ejemplo, se traduce en dinero. ¿Usted cree que son pinturas esos garabatos que pintó Tamayo? ¿Usted cree que Tamayo se iba a herniar por los monigotes que hacía? Algunos se los habrá hecho Olga, son tan fáciles de hacer… ¿Usted cree que eso es arte? Los pintores mexicanos nunca me han gustado. Tengo frente a mí un dibujo de Diego (Rivera) que tiene algunas cosas mal hechas. A mí Diego nunca me gustó y era mi amigo, y Frida (Kahlo) también. Ahorita, cuántos cuadros de ellos no tendría en mi casa, si me gustaran.
¿Qué pintura le gusta?
–Piero della Francesca, Velázquez, entre los españoles, más que Goya, Bellini, Rembrandt, Da Vinci, eso me gusta, pero eso ya nadie lo sabe porque esa técnica ya no existe. La escultura no me gusta. Me iban a regalar un Botero, pero imagínese: ¡toda mi vida he hecho dieta! No estoy loca para poner un Botero, él hace caricaturas.
Usted, que llega a México y se va por distintas épocas, ¿qué adelantos y retrocesos ha podido observar en su país?
–Encuentro una pobreza tremenda, enorme. ¿Cómo puede haber una cultura en mi país, si construyen 300 escuelas, pero en un mes va a haber 3 mil niños más. No es posible. Necesitan las mujeres enfriarse un poco las sentaderas, porque, ¡qué manera de tener hijos! Encuentro una pobreza enorme, pero en todas partes: aquí, en Estados Unidos y en Francia. Los gobernantes se dedican a hacer reuniones, pero deberían reunirse para arreglar este lado de la vida y darle de comer a la gente que se muere de hambre.
–¿Qué más observa, María?
–También ha crecido mucho el número de enfermos de sida, porque viene el Papa y nos hace polvo prohibiendo el aborto y los preservativos. Todo eso no es posible, viene el Papa y retrocedemos 10 años. La Iglesia es un enemigo, nos promete el paraíso, que no le cuesta nada.
¿Cómo define su relación con el poder, con el Presidente, por ejemplo?
–Es un personaje que tiene el poder seis años nada más y hay algunos que lo aguantan mejor que otros.
¿Cuál es su opinión sobre este sexenio? (en 1993, el de Carlos Salinas)
–Conozco poco, pero es difícil hacer algo, cuando los anteriores ya hicieron mal muchas cosas. Este presidente ha vendido muchas cosas, y es difícil, porque si no se tiene dinero no se sale adelante nunca. La gente dice que hablar de dinero es de mal gusto, pero el dinero es una maravilla porque te da libertad.
Ha expresado muchas veces su opinión sobre los periodistas, pero ¿qué puede decir de un periodista como Zabludovsky?
–Zabludovsky es mi amigo y tengo una gran estima y aprecio por él, pero yo a él nunca le estoy pidiendo nada y él nunca me está preguntando a mí. Jacobo es una gente seria y no se ha movido de donde está desde hace mucho tiempo. Es de primera clase.
¿Qué le gustaría decir o callar respecto a su relación con intelectuales como Paz, Monsiváis o Fuentes?
–No puedo callar nada. Soy fan de Paz. Octavio es el dueño de la palabra. Cualquiera de sus poemas me encanta. No soy su amiga, soy su admiradora. Para mí, Octavio Paz es una relación distante, no lo veo nunca. Soy su admiradora. Aquí en su patria, no se le han hecho los honores que merece. El mundo entero lo reconoce, cuando en el extranjero se habla de México, se habla de él, porque afuera sí lo conocen.
¿Con qué partido político simpatiza?
–Esa contestación no se la puedo dar porque no conozco a los candidatos.
¿Qué le pediría a Carlos Salinas de Gortari, ahora que se acerca el final de su mandato?
–Yo ya pedí lo del Centro Histórico y ya lo han arreglado, vamos a ver si dura.
¿Qué sugerencias haría al próximo mandatario?
–Es algo interminable. Yo, de verdad, no rehúyo la pregunta; no puedo contestar idiotamente sin conocer a nadie. En México sólo conozco al regente, a los procuradores, a Jorge Carpizo, que tiene un buen cargo y lo desempeña bien. Hay gente de primera en este país como Manuel Camacho y Diego Valadez.
¿Puede adelantar algo respecto al libro que va a publicar próximamente?
–Nada. Ya lo va a leer usted, yo no soy la que lo va a leer. No es exactamente una biografía, son cosas, opiniones. Cosas que yo digo y no que un chafa me inventa.
¿Volverá al cine?
–No he pensado en eso.

Sin haber pensado “en eso”, María Félix volvió a París, donde no arma tumultos, a menos que haya sido porque cuenta con cuadras de maravillosos caballos. Ella se va, porque está programada para vivir de manera diferente.
–Mire, me voy porque yo no extraño nada, ni el chile relleno, ni el pinole.
¿Ha pensado en dejar algún legado a su país?
–No. No he pensado en dejar legados. Cuando uno se muere, tres o cuatro días hablan de uno y después ya se olvidan. Cuando uno ya se fue, vienen otros detrás.
¿Qué le falta por hacer?
–¿Por hacer?… Morirme. Bueno, también me falta quitar esa cosa amarilla, horrible, de Avenida Juárez.
¿El Caballo de Sebastián?
–No sé cómo se llama, pero sí, esa cosa. Y también esa otra cosa larga de tubos de colores que está en Chapultepec, donde estaba el acueducto. Pase usted por ahí y verá qué golpe de ojo…

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